27 de noviembre de 2012

El deplorable estado del carril bici y paseo de la Calle Sevilla

Desde Unidad por Carmona y tras ser avisados por varios vecinos, nos hemos acercado para ver el estado en el que se encuentra el paseo que va desde la Calle Sevilla hasta el Miro. Al igual que está ocurriendo con la Alameda, si no se toman medidas esto irá a más, y nos encontraremos con otro lugar “semiabandonado”  en el pueblo.


Nos avisan de que se están cometiendo robos de las traveseras de maderas colocadas en él: como se observa en la imagen ya faltan varias. Además, observamos las “eternas” pintadas en el muro que discurre por la vía de acceso al pueblo, dando una imagen de dejadez y suciedad que Carmona no merece.




Otra vecina, que suele hacer deporte por este paseo, nos comenta la suciedad del mismo. Estas imágenes lo dicen todo: botellas, latas, excrementos de perros… Parece ser que el bando de Alcaldía que avisaba de las multas a los dueños que no recojan los excrementos de sus mascotas no ha surtido mucho efecto.




Por otro lado, junto a la parada de autobús resulta que no hay ninguna papelera cercana: aunque esto no debería ser excusa para que se tirasen los papeles al suelo, no estaría de más que se facilitara una en la zona. El estado de las señales de tráfico e indicadoras es increíble: totalmente quemadas o borradas  y sin ser retiradas ni sustituidas.

13 de noviembre de 2012

Unidad por Carmona: 1 año trabajando para Carmona


Desde las primeras elecciones democráticas en 1979 en Carmona, somos el primer partido político independiente que consigue un escaño en el Ayuntamiento de la ciudad.


La confianza depositada en nosotros por el pueblo de Carmona, nos hace trabajar día a día, nos hace valorar aún más lo que tenemos que conseguir: contribuir a mejorar  nuestro querido pueblo.

 
En Unidad por Carmona hemos querido hacer un repaso del año que llevamos representando a nuestros votantes, pues pensamos que una de las cuestiones que más separan al ciudadano del político es la falta de información sobre el trabajo que hacemos.

 
Las principales líneas de trabajo que hemos ido consolidando en nuestro joven recorrido y los frutos que han resultado de ellas son las siguientes:

 
-          Trabajamos sobre cuestiones meramente municipales. Aunque obviamente nos posicionemos en cuanto a la delicada situación política y económica de nuestro país, pensamos que los Plenos existen en el municipio para tratar temas municipales, cuestiones que afecten a Carmona directamente: el político municipal debe dedicarse exclusivamente al bienestar y protección de los habitantes del municipio que lo eligió, desde ocuparse de asuntos tan importantes como un proyecto de interés público para traer trabajo, hasta el arreglo de un socavón en una de sus calles.

 
- Hemos presentado más de 20 escritos relacionados con pequeños arreglos de calles, asfalto, desperfectos, desratización de zonas comunes, rotulación de calles…

 
- Por otro lado, hemos presentado escritos para obtener información o mejorar los servicios públicos: hemos preguntado por la situación actual del autobús urbano, sobre las bolsas de trabajo de Limancar, hemos instado a la limpieza cuando ha sido necesario, hemos preguntado por el servicio que presta y cómo lo presta el Complejo Municipal Deportivo y piscina cubierta, insistimos sobre la ampliación del horario de nuestra biblioteca… 

 
- Presentamos una moción aprobada por unanimidad sobre los servicios que la empresa Casal presta en Carmona: exigíamos una mejora en los horarios, sobre todo en la vuelta de Sevilla a últimas horas (no existía autobús de las 20:00 hasta las 23:00), exigíamos así mismo una mejora en la flota de autobuses, pero sobre todo, pedíamos que se cumpliera la Ley y que se destinaran los autobuses adaptados necesarios para la población minusválida de Carmona.

 
-          Trabajamos en torno a la búsqueda de financiaciones externas. En la situación económica en la que nos encontramos, más que nunca hay que tratar de conocer al día todas las subvenciones y ayudas que puedan destinarse a Carmona, tanto de la administración central como autonómica. Tampoco debemos olvidar los fondos FEDER europeos: son una de las fuentes de financiación más importantes para Carmona.

 
- Esta línea de trabajo se refleja en casi todas nuestras iniciativas: para la rehabilitación de la Vía Verde de Los Alcores, estudiamos el Plan de Choque por el Empleo, con 90 millones de euros para rehabilitar patrimonio rural y generar empleo verde; la Mesa de Formación de Desempleados, que serviría como trampolín para que nos concedieran fondos FEDER en la nueva convocatoria de 2014-2020; la recuperación del Polideportivo, que planteamos con los trabajadores del PEUM y fue aprobado; o la propuesta de la estatua homenaje a Maese Rodrigo, que se acompañaba de varias ideas para co-financiarla, como actos para recaudar fondos o la financiación del pedestal por parte de la Revista Estela.


-          Trabajamos en ideas para fomentar el empleo y la formación. La cuestión más importante en estos momentos es unir fuerzas en torno a la captación de empresas que puedan suponer puestos de trabajo en Carmona. Desgraciadamente, actualmente no se logra todo lo que quisiéramos, pero existe una segunda línea que puede hacer que, en un futuro próximo, los jóvenes de nuestro pueblo no tengan que “emigrar” de él: ampliar la oferta formativa, y formar a nuestros jóvenes en sectores adecuados para que sean ellos los que consigan reactivar la economía y el comercio de Carmona.

 
- Una de las mociones que sacamos respecto a esto, fue la creación de una Mesa de formación para desempleados. En esta mesa se reunirían empresarios, representantes del Ayuntamiento, representantes de los distintos sectores clave del municipio (agricultura, turismo y comercio) y una representación del colectivo de los desempleados. Se trata de que esta mesa coordine ideas e iniciativas para formar a los desempleados  en vistas de posibles trabajos que consiguiesen en Carmona. Iniciativas parecidas se han llevado a cabo en varios municipios desde que la crisis comenzó, y sirven además para solicitar a través de ella ayudas en los fondos FEDER.


- Aportamos también ideas sobre qué nuevos módulos de formación profesional se podrían solicitar a la Delegación Provincial de Educación de la Junta de Andalucía: propusimos alguno de informática, otros como técnico agropecuario (por la futura apertura de dos granjas avícolas en Carmona) y otros en torno a la gestión del medioambiente y energías sostenibles.


-          Trabajamos apoyando el tejido asociativo de la ciudad. Carmona es uno de los municipios que más actividad asociativa tiene: sí nuestro pueblo tiene vida, es por todas las asociaciones que se han constituido para dársela: nuestras hermandades, tan activas y presentes siempre; la multitud de asociaciones que trabajan con fines sociales y de cooperación, tanto para carmonenses como para personas necesitadas estén donde estén; las asociaciones juveniles y culturales, que trabajan para ofertar algo diferente e interesante a los carmonenses; y cómo no, las asociaciones deportivas, que organizan y difunden la práctica del deporte entre todos nosotros. Desde Unidad por Carmona, cuentan con nuestro apoyo tanto institucional como personal, pues se trata de asociaciones con carácter y poder propio, las observamos como un ente con el que debemos colaborar desinteresadamente, para nosotros son “compañeros de trabajo”.


- Una de las iniciativas que hemos tenido en cuanto a esto, ha sido enviar nuestras propuestas directa y personalmente a las asociaciones: consideramos que deben recibir la información del trabajo del grupo municipal, pues muchas de ellas pueden estar directa o indirectamente relacionadas con las propuestas.

 
-          Trabajamos en torno a la cultura y al deporte. En una situación en que muchas personas de distintas edades se encuentran desde hace mucho en desempleo, no es una cuestión de poca importancia que un Ayuntamiento, después de hacer  lo imposible por traer trabajo y aliviar la situación de sus vecinos, se ocupe de mantener “vivo” el pulso del pueblo: esto es, facilitarle al ciudadano, al menos, una oferta interesante de cultura y más aún, de deporte. Pensamos que el deporte es el mejor relajante que existe, el mejor refugio cuando la casa se nos viene encima, cuando los problemas cada vez se hacen mayores. Por ello, y aunque en segundo plano, desde Unidad por Carmona hemos propuesto varias ideas en torno a esto, sobre todo, con la mentalidad de recuperar infraestructuras que ya existen, no gastar levantando otras:

 
- Recuperación del Polideportivo de los Salesianos. Hemos luchado desde el principio de esta legislatura y de este partido para recuperar este lugar, que lleva ya casi una década abandonado, y que tantos recordamos con cariño. No sólo porque los chavales tengan un lugar para practicar deporte, por ejemplo, los fines de semana, cuando cierra el Pepe Olías, sino también para revitalizar y proteger tanto a los niños y niñas del Colegio de los Salesianos como a los vecinos del polideportivo, que ya se estaba convirtiendo en un lugar peligroso por los cristales, la suciedad, las ratas… Lo propusimos para que se arreglara mediante el PEUM, y además el PGOU recientemente aprobado también contempla su arreglo. Volveremos a disfrutar de este polideportivo.

 
- Recuperación de la Vía Verde de Los Alcores. Trabajamos durante meses para elaborar una propuesta seria y real que nos devuelva esta pista deportiva natural: con fondos de la Junta de Andalucía, planteamos su rehabilitación. Una de las razones es la reciente subida del IVA en instalaciones deportivas; ofrecer al ciudadano de Carmona un lugar natural, seguro y gratis para la práctica del deporte nos pareció muy importante. Esta iniciativa fue aceptada y presentada al Delegado de Agricultura y Medioambiente para su valoración, y estamos a la espera de una respuesta por parte de la Junta de Andalucía.

 
- Homenaje a la figura de Maese Rodrigo. Representantes de la Revista Estela de nuestra ciudad tuvieron hace tiempo esta iniciativa, que nosotros llevamos a Pleno tras estudiar los logros realizados por este antiguo carmonense: el principal de todos fue la fundación de la Universidad de Sevilla, y además con fines benéficos, pues se requería a sus estudiantes que no contaran con grandes ingresos. Se acordó abrir un expediente para la futura colocación de una estatua en honor de Maese Rodrigo, cuando esto sea posible económicamente.


Comienza ya un nuevo año de legislatura, y lo que esperamos es que todos los responsables de gestionar nuestro municipio nos unamos para ayudar a los carmonenses a seguir en pie en esta dura crisis. Desde Unidad por Carmona, seguiremos trabajando e informando en esta línea, dedicando todas nuestras fuerzas al pueblo que nos eligió.

 

9 de noviembre de 2012

Rechazo a las declaraciones del secretario general de la OCDE

Ángel Gurría, Secretario General de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico, visitó ayer a Mariano Rajoy y al Ministro Luis de Guindos, para transmitirles sus recomendaciones para que nuestro país salga de la crisis: seguir subiendo el IVA, “controlar” el cobro del paro, y abaratar aún más los despidos, porque, según sus palabras “la actual normativa no incentiva en nada la contratación”.

A parte de no estar de acuerdo con estas propuestas, nos ha parecido indignante lo que declaró después en un acto. Con toda tranquilidad, explicó que es normal que los empresarios prefieran contratar a una persona que lleva un mes en el paro que a la que lleva un año, porque el primero tiene el “hábito”, la “cultura”, mientras que el segundo “a saber qué malos hábitos ha adquirido, para empezar el de no trabajar”.


Desde Unidad por Carmona queremos expresar nuestro total rechazo a estas declaraciones y a esta actitud, que no hace más que intentar denigrar la figura del parado de larga duración, que por cierto, Sr. Gurría, es el que más ganas tiene de trabajar.

8 de noviembre de 2012

Por la reforma eficaz de la Ley Hipotecaria


La situación más difícil de afrontar para una familia, es la de quedarse sin su hogar.

Debido al estallido definitivo de la burbuja inmobiliaria en el año 2009, estamos asistiendo a una grotesca realidad: ya son casi 500.000 familias las que han sufrido desahucios.

En otros países de Europa, cuando una familia se ve incapacitada para seguir pagando su hipoteca, la entidad bancaria, como ocurre aquí, ejecuta esta hipoteca, sacándola finalmente a subasta.

Pero la diferencia estriba en que, si el procedimiento queda desierto, en estos lugares se aplica la figura de la dación de pago: el banco se queda con la vivienda, pero la deuda queda saldada.

Sin embargo, en España se “mima” mucho más a los bancos: no sólo adquieren la vivienda al 50% de su valor tasado, sino que además, tienen la libertad de exigir a los titulares de la hipoteca todo el principal que reste por pagar, más los intereses, y para colmo, los costes judiciales del procedimiento.

Así, las entidades bancarias llevan desde 2007 acumulando viviendas ejecutadas y vacías, mientras los “ejecutados” malviven acogidos por sus familiares, en el mejor de los casos. El problema añadido es que se convierten en deudores, sin posibilidades de obtener una vivienda, pues deben seguir pagando una casa que ya no disfrutan.

La creciente alarma social que está provocando esta situación, fue creando un movimiento contra los desahucios, representado por multitud de asociaciones y entidades, como por ejemplo la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, que maneja el siguiente dato: sólo en el primer semestre de 2012, se han producido 100.000 desahucios, 532 al día.

Estas dramáticas cifras, parecen empezar a hacer mella en los verdaderos responsables de parar estos procesos, que no hacen más que vulnerar, nada más y nada menos, que a nuestra Constitución:

-   Artículo 47: Todos los españoles tienen derecho a una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho.

-     Artículo 33: En él se limita claramente el derecho a la propiedad privada al cumplimiento de su función social. Lo incumplen los bancos acumulando viviendas no ocupadas.

-   Artículo 24: En él se garantiza la tutela judicial a los españoles, lo cual se vulnera en los procesos de ejecución hipotecaria, donde exista una clara indefensión de los procesados.

De hecho, en el ámbito de los profesionales de la justicia, se ha elaborado un informe por siete jueces donde expresan las claras deficiencias que tiene la actual legislación hipotecaria: a pesar de que los 46 jueces decanos del país han avalado este informe, el Consejo General del Poder Judicial lo desechó hace dos semanas.  

Recientemente, varias formaciones políticas han mostrado su intención de reformar esta Ley Hipotecaria. Y es que estamos hablando de que esta Ley viene de 1944, siendo aprobada por decreto su nueva redacción en 1946.

El temor que se traslada desde la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, es que esta reforma no sea lo suficientemente efectiva, sobre todo con las familias que ya han sufrido el desahucio.

Esta plataforma lleva proponiendo desde el principio:

-     La dación en pago retroactiva, para que pueda aplicarse a los  que ya han sufrido esta injusticia y siguen pagando una   deuda prácticamente ilegítima.

-      La moratoria inmediata de los desahucias de viviendas habituales.

-       El alquiler social de las viviendas en poder de las entidades bancarias.


En marzo de 2011, la PAH, junto a otras entidades sociales y organizaciones sindicales, registraron en el Congreso de los Diputados una Iniciativa Legislativa Popular que contenía estas medidas. Cuando esta iniciativa fuese autorizada, podrían empezar a recoger las 500.000 firmas necesarias, pero el camino no fue fácil: la burocracia de los distintos gobiernos estatales, dilató el procedimiento.

No ha sido hasta abril de 2012 cuando se ha dado la autorización definitiva para empezar a recoger firmas, y el plazo acaba el 26 de enero de 2013. A día de hoy, llevan 441.511 firmas.

Toda esta problemática nos afecta a todos los ciudadanos y ciudadanas de España; en nuestra provincia de Sevilla, de enero a julio de 2012, se han producido 1.300 desahucios.

Desde Unidad por Carmona, queremos reiterar nuestro apoyo total a esta iniciativa popular, como ya hizo nuestro portavoz, Eduardo Rodríguez Puerto, votando a favor y proponiendo que la moción se hiciese institucional cuando IU la presentó en nuestro Ayuntamiento, y alabar a todas las asociaciones y entidades que siguen prestando su apoyo a las familias afectadas cada día.

En el siguiente enlace aparecen los puntos en Sevilla donde se puede firmar esta iniciativa para detener los desahucios:

http://www.quenotehipotequenlavida.org/?page_id=405




2 de noviembre de 2012

Familias de Carmona: María "La Gandinguera"


Entrevistamos a Carmela Santillana, hija de María Santillana García "La Gandinguera".

María La Gandinguera junto a su primer hijo, Antonio
Nos cuenta su hija Carmela, que cuando la guerra estaba en su punto más violento, María La Gandinguera iba junto a su madre y sus dos hermanas a vender jeringos a los soldados, a las puertas de los cuarteles. Incluso llegaron a ciertos pueblos de Córdoba, como Espiel o Cabra.
 
De hecho, ocurrió una fatalidad mientras hacían este peligroso recorrido para poder sobrevivir: su hermano pequeño, Antoñito, se alejó para hacer sus necesidades; el destino y la guerra hizo que se encontrase con una granada, y con la curiosidad típica de los niños, al tocarla, la activó. Carmela recuerda que su abuela tuvo que pagar a varios soldados para que consiguiesen encontrar y enterrar los restos de Antoñito.
 
 
 
María la Gandinguera, ya moza, contrajo matrimonio y tuvo dos hijos, pero la felicidad no la acompañó en ese matrimonio, y como era una mujer de armas tomar y sin miedo a nada, no dudó en seguir su camino sola con sus hijos. Así fue como conoció al que sería el amor de su vida, José, conocido como "El Candelá". Con el tendría siete hijos más.
José era panadero, pero debido al calor de los hornos y al asma que padecía, tuvo que dejar de trabajar joven, con sólo 11 pesetas al día de jubilación. Por ello, María no tuvo más remedio que poner a trabajar a sus cinco varones, Antonio, Vicente, Juanillo, Fernando y Luis, y a sus cuatro hijas, Pepa, Pili, Kika y Carmela, que hoy nos cuenta la historia de su familia.
 
La Gandinguera con sus hijas e hijos
 
 
Siempre vivieron en la calle Juan Chico, en una casa en la que pagaban 2 pesetas al mes de alquiler, y María ayudaba a sus vecinas hasta como matrona. Cuenta su hija Carmela, que dormía son sus hermanos en una cama de matrimonio: tres en la cabecera, y tres a los pies.
 
Estando María y sus hijos cogiendo algodón en la Finca El Alcachofal, uno de los pequeños, Luis, comenzó a llorar, quejándose porque quería chocolate. En ese momento pasaba por allí el varón, Don Joaquín Domínguez, a quién el llanto de aquel niño le tocó el corazón. Así, cogió un montoncito de algodón, metió 100 pesetas, y se lo dio a Luisillo. Cuando lo abrió, gritó contento "¡Anda! ¡Bien! ¡Ya me puedo comprar unos calcetines!". Esto nos hace ver el valor que antes se le daba a las cosas, pues, por pequeño que fuera Luis y por mucho que deseara chocolate, lo primero que pensó fue en una cosa necesaria, en lugar de en un capricho.
 
María La Gandinguera fue una mujer que luchó por sus hijos muchísimo, y no le faltaban ideas para que sus vidas fueran un poquito mejor. Cuando salía de trabajar del campo, donde cerca había un naranjal, el manijero siempre le decía "María, ¿cómo entras a trabajar tan flaca y sales tan gordita?" a lo que ella le contestaba, zalamera "¡Porque voy mu contenta de lo que me ganao hoy!". La realidad era que… ¡llevaba la pelliza de su padre llena de naranjas para su casa!
 
Después de trabajar tan duramente en el campo, su madre le dejó en herencia el puesto de jeringos. María colocaba su puesto en la esquina de la Calle Sacramento, donde hoy está la Heladería de Los Valencianos. Con sus hijos y hijas, esperaba en la Novena desde las diez y media de la noche hasta las dos y media de la madrugada a que terminara el cante, ya que en esta época venían cantaores muy famosos a Carmona, y cuando la actuación terminaba era cuando más calentitos vendían.
 
También llevó a sus hijos a venderlos al Rosario de La Aurora, donde está hoy la Romería. Entre todos cargaban con el puesto, el aceite y la harina, lo montaban y esperaban a que terminara la misa para despachar los calentitos. María, con su especial ingenio, ponía bonitos delantales a sus niñas y ramilletes de flores en su pelo, cuenta su hija Carmen, que aún recuerda el olor de aquellas flores de la romería.
 
La Gandinguera era una mujer tan trabajadora, que siempre que le cogía alguien cerrando el puesto, le preguntaban "María, ¿te cojo ya recogiendo?", a lo que ella respondía "¡Nooo, que va! Anda, ve comiéndote este cachito de jeringo que ha quedao, que mientras te voy haciendo una peseta".
 
El famoso puesto de jeringos de La Gandinguera
 
 
Para que podamos entenderlo, comprar una peseta de jeringos sería hoy equivalente a cenar en un restaurante. Es decir, ni todo el mundo se gastaba una peseta en calentitos, ni todo el mundo podía si quiera comerlos.
 
María era una mujer muy generosa, que lo poco que tenía, lo compartía. Ya pasada la guerra, a las pobres gentes que se escondieron en las cuevas y malvivían allí, las acogieron en lo que era el cuartel, hoy los juzgados. Estas personas no tenían absolutamente de nada, y en una ocasión María, viendo como una madre no tenía para alimentar a sus hijos ese día, le dijo "Anda corre, ve y pídele a Dominguito (Domingo Torralba) una botella vacía, que te voy a dar aceite y harina pa que le hagas a tus niños unas gachas".
 

Curiosamente para esta época, María era una verdadera comerciante: le gustaba tanto negociar y tratar con la gente, que cuando llegaba de vender calentitos, ponía de comer a su gente, y se iba al kiosco de chuchas en la Calle Santa Ana que tenía su marido El Candelá, para que el pudiera descansar.
 
Era muy ingeniosa, y solía camelar un poco a sus hijos para que hicieran las cosas como tenían que hacerse. Un ejemplo está en esta anécdota de su hijo Juanillo, que era muy travieso y siempre llegaba el último del colegio. Un día, al llegar, su madre le dijo "Mira Juanillo, ya lo he repartió tó, hasta he fregao la olla colorá. Pero no te preocupes, esta noche serás el primero en comer".
 
Una vez a su hija Carmela se le antojaron unos zapatos y un vestido calado precioso. Su madre, le buscó un trabajo para que se lo pudiera comprar: ir a escardar algodón durante una semana seguida. Cuando Carmela regresó feliz con el dinero para ir en busca de su traje y sus zapatos, su madre le dijo "Pero Carmelita, ¿cómo te vas a comprar tú un vestido y tus hermanas ninguno?" Así, que Carmela renuncio a su deseo.
 
María La Gandinguera murió joven, con 67 años, pero su espíritu fuerte, trabajador, generoso y simpático, sigue perviviendo en la memoria de su pueblo y familia, que tanto la querían.
 
 

Una de las últimas fotos de María: junto a su familia
 

22 de octubre de 2012

Familias de Carmona: Carmen "La Herrería"

Entrevistamos a Gracia Villalba, hija de Carmen González "La Herrería"


Fue en 1908 cuando la madre de nuestra protagonista, que trataba mucho con gente de buena familia, acudió a la casa de una señorita de Carmona a anunciarle que iba a bautizar a su hija recién nacida. La madre de la criatura deseaba llamarla Mercedes, pero la señorita insistió en que se llamase Carmen. Así fue como se bautizó a Carmela “La Herrería”.
El padre de Carmela, como tantísimos carmonenses, vivía del trabajo en el campo, mientras que su madre trabajaba de portera en la antigua cárcel, lo que es hoy el centro de día para mayores de la Plazuela San José.
Cuando Carmela llegó a su edad de mocita, conoció al que sería su marido, José Villalba Luna, más conocido como “Lucena”, por ser este el pueblo del que procedía su familia.

Al principio, la joven pareja vivió en el Postigo, pero al poco se trasladaron al barrio de Santiago, donde estarían siempre. Más concretamente, vivieron en lo que hoy son los pisos de protección oficial de Santiago Nº 5 y 6: esta casa de vecinos era conocida como la “casa grande de la palmera”. En Carmona había varias casas de vecinos muy conocidas. Esta era una de ellas, pero por ejemplo, estaba la “casa de la cancela”, en la Calle Dolores Quintanilla, o la “casa de los cuernos”, en la Calle Ahumada.
Este tipo de convivencia vecinal, entre familias grandes y humildes, hizo que las penurias por las que pasaban se hicieran menos duras: en las casas de vecinos todo se compartía, se arropaban, algo que hoy en día hemos perdido en cierto modo.


Carmela tuvo a sus dos primeros hijos cuando Lucena llegó de la mili: Manuel, conocido como el “Pichili”, y María, que se llevaba poco más de un año con su hermano. Pero poco les duró la dicha, pues en ese momento estalló la Guerra Civil, y Lucena fue reclutado. Durante tres largos años, La Herrería se quedó sola, en un cuarto de la Casa Grande de Santiago, con sus dos pequeños. Sin móvil, internet, ni teléfono, las únicas noticias de su marido las recibía en papel.


                                                                          Carmela "La Herrería" y sus hijos, Manuel
                                                                                                                                                      y María, posando para su padre

Nos cuenta su hija Gracia, que al año y medio de estar fuera, su padre le pidió a su madre una foto de sus niños, para verlos ya crecidos. La familia aún conserva esta foto, en cuyo reverso aparece el número de mosquetón de Lucena: los soldados respondían de su arma en la guerra.

Una anécdota que contaba mucho La Herrería es la siguiente: cuando Lucena regresó de la guerra, sus hijos, extrañados, le preguntaban: “Mamá, ¿quién es este hombre?”, a lo que ella respondía alegre “¡es vuestro padre! ¡Dadle un beso a vuestro padre!”.

Tras la guerra, Lucena se dedicó a la recogida de espárragos. Salía para dos o tres días, ya que llegaba a recorrer 30 o 40 kilómetros, y estas eran las herramientas que llevaba: una palanqueta, para sacar el tallo de la esparraguera sin tener que sacar la raíz, y que así volviera a crecer el espárrago en el mismo lugar, y la “espuerta”, una cesta de palma manufacturada por él mismo, que permitía tener las dos manos libres y colocar los espárragos de forma que no se doblaran.

A pesar de llevar su pelliza, como se conocía al abrigo antes, Lucena dormía a campo abierto, detrás de una palma si era posible. Al pasar los años, soportar tantas inclemencias le pasaría una cara factura, pues era asmático.

Cuando volvía a casa con la mercancía recolectada, él y Carmela preparaban los espárragos en pequeñas gavillas, atándolas con palma. La Herrería los vendía en la Plaza de Abastos y en casas particulares, mientras Lucena salía a por más.

Durante estos tiempos la pareja tuvo en total 10 hijos más, que con los dos primeros ya sumaban 12, pero solo 8 sobrevivieron.

La posguerra fue durísima, como todos sabemos gracias a testimonios como este, y Carmela empezó a ir con su marido al campo, para recoger los cogollos de la palma: era un trabajo arduo. Nos cuenta su hija Gracia que se apartaba la palma, y con unas tenazas con dientes, una especie de alicate, se agarraba el cogollo para que no se resbalara. Carmela lo pasó bastante mal, ya que era un trabajo incluso doloroso: las tenazas iban atadas a las muñecas para evitar que se resbalaran, por la fuerza que había que hacer para arrancar el cogollo.



 
                                                                      Hombre trabajando la palma, como se hacía antiguamente


Carmela La Herrería era una mujer muy fuerte, y no quería nada para ella si podía dárselo a sus hijos primero. Un ejemplo de esto es la siguiente anécdota. Se encontraba verdeando en la Hacienda Gavira, y de pronto comenzó a sufrir una fuerte hemorragia. En un principio no permitió que la trajeran al pueblo, pero la gente que la conocía, preocupada, consiguió convencerla. Una vez en Carmona, se negó rotundamente a gastar el dinero que tenía guardado para las medicinas. Lo más curioso es que nadie sabía que había estado ahorrando: lo tenía escondido detrás de unos cuadros que a ella le encantaban, que se conocían como “caprichos”, para cuando le hiciera falta a sus hijos.


Como era normal en la época, los pequeños de la familia comenzaron a trabajar el campo en cuanto pudieron: Gracia iba con sus hermanos en bicicleta, desde Santiago al Cortijo Rosalino a recoger algodón. Recorrían unos 12 kilómetros, tanto en verano como en invierno. En cada bici, se montaban tres: uno en el “portamaletas”, otro en el sillín, y ella en el cuadro de la bici, agarrada al manillar.

También trabajaron en el cortijo La Salváida, a 15 km, donde escardaban el trigo. Podían llevarse meses en el cortijo, lavándose en un pozo y durmiendo en “camas” de paja; aunque llevaban algo de comida para la campaña, todos los días pasaba el “chancá”, el mozo que les llevaba el guiso de garbanzos caliente a los trabajadores y trabajadoras. También estaba la figura del “cabañí”: se encargaba de venir a Carmona para ver a los familiares de los trabajadores y luego remitirles sus cartas, calcetines, algo de comida o la ropa lavada.
Cuando el trabajo les permitía volver a casa diariamente, cargaban con la quincana, lo que hoy conocemos como el canasto, con la comida que les permitiera su pobre situación: un arenque y un trozo de pan, o dos chorizos pequeños y un trozo de carne de membrillo.
A raíz de esto, le preguntamos a Gracia por lo que solían comer en su casa durante la posguerra; la respuesta nos hace reflexionar sobre la cantidad de productos que tenemos hoy. Nos cuenta que lo normal eran gachas; a veces se les añadían chicharrones, pero no los chicharrones fritos que comemos hoy como tapa: los chicharrones para ellos eran tropezones de pan frito.
El cocido duraba varios días, pues no se solía hacer mucho; le preguntamos si al menos comían fruta o verdura, y nos cuenta que recuerda los tronchos de coliflores que le daban a su madre en la Plaza de Abastos, y los peros picados que le dejaban más baratos.
Nos comenta algo cuanto menos curioso: cuando alguien estaba enfermo, era la única ocasión en la que se comía jamón o algo de pescado. Esto hoy nos parece increíble.
Cuando las amas de casa iban a la tienda, al no existir el ticket de compra que hoy nos dan en todos sitios, llevaban su “cartilla”, donde apuntaban, al igual que el tendero, lo que se llevaban. Lo normal era dejarlo, como decimos en Andalucía, “fiao”, ya que no se solía tener efectivo siempre. Cuando llegaba la época de recoger el algodón, por ejemplo, el tendero esperaba a las familias cuando cobraban, para que saldaran la deuda.
                                                     Una típica tienda de Carmona en los años 40, y su tendera
Si hay algo que en gran parte salvó a la familia de La Herrería, fue su valentía y su arrojo para conseguir dar de comer a sus hijos e hijas: Carmela iba donde hiciera falta, le pedía a quién fuese, con tal de poder ponerle algo a sus hijos para comer. Esta situación vino dada por la enfermedad respiratoria de Lucena, ya que llegó un momento en que ya no podía trabajar. La Herrería no sentía ninguna vergüenza por su situación, y luchó todo lo que pudo y más. Heredó de su madre la simpatía y zalamería que les hizo llegar a conocer a todos los señoritos y señoritas del pueblo: conocía a los Losada, a Pedro Valverde, Mira de Olmos… Carmela siempre iba saludando por Carmona, tanto a gente de “bien” que la conocían y apreciaban, como a gente corriente que la quería de la misma manera.
Lo simpática y solidaria que era le facilitaba las relaciones con la gente que más tenía y con la que menos: en la Casa Grande, fue matrona de muchos niños, amortajó a muchos vecinos e incluso les ayudó con los papeles que tenían que entregar cuando alguien fallecía.
De hecho, junto a la Casa Grande de Santiago, estaba la conocida como Casa Chica, y en ella vivía una mujer que aún hoy recuerda con cariño a La Herrería. Era la mujer de El Mosquera, conocida como “La Chica Carguera”. Cuando la tía de esta vecina, que había sido como su madre, falleció, lo primero que pidió fue que viniera la Carmela La Herrería: le ayudó tanto a lo largo de su amistad, que hoy, desde Barcelona, sigue agradeciendo a la familia de Carmela la ayuda que le prestó.
La Herrería lo hacía todo por sus hijos: no sólo pedía comida o ropa para ellos, sino que también se ocupó de mantenerlos ilusionados y felices: recuerda Gracia que cuando su padre no estaba, se acostaba con todos ellos y les contaba muchas historias. En una época sin los entretenimientos de que disfrutan hoy los niños, estas historias cobraban vida bajo la voz de Carmela.
Visitaba también a la familia de Frasquito, que arreglaba bicicletas y estaba mejor económicamente, y le pedía a su mujer, Rosarito, ropa para sus hijas, ya que la suya, conocida como La Quinita, era mayor. Recuerda Gracia que una vez le dieron un vestido blanco precioso, con un bordado en marrón. Gracia y sus hermanos tenían que bajar desde Santiago hasta la fuente de la Alameda a por agua, donde podían llegar a esperar colas de una hora para llenar el cántaro. Gracia, con su vestido nuevo, se subió por una resbaleta de la fuente para no tardar tanto, con tan mala suerte que se enganchó y se le rompió el vestido blanco. En esta época se le daba tantísimo valor a un simple vestido, que la pequeña Gracia lloró “más que Jeremías”.
                                                  Se observa la cola que se hacía para cojer agua en la Alameda
Siendo ya mocita, Gracia recuerda el respeto que se le tenía a los padres: las madres reñían mucho, pero una sola mirada de un padre bastaba para obedecer. En la Casa Grande, al vivir tantas familias, muchos novios visitaban a sus novias en las puertas de la casa; pero Lucena, le dejó bien claro a sus hijas que ese no era lugar para “hablarse con los novios”, y que si querían los podían ver en la escalera del soberao donde vivían.
Para que imaginemos estos hogares humildes, le pedimos a Gracia que nos los describa. Para empezar, las viviendas de estas casas de vecinos se dividían en habitaciones. Las que estaban a nivel de la calle, se llamaban salas, y las altas, soberaos. Una vez dentro, algunas tenían dos habitaciones, como la de La Herrería y el Lucena: una habitación amplia donde dormía toda la familia junta, y una más pequeña donde se comía, conocida como corredores, que sólo contaba con una mesa y el chinero, un mueble tipo vitrina donde se colocaban los platos, pues los fuegos para cocinar solían estar en el patio común.
En la habitación donde dormían, se solían levantar unas especies de tabiques fabricados con sacos y blanqueados con cal, llamados ataizos, que servían para separar la estancia, en el caso de esta familia, para hacer un trastero donde su padre metía todas sus herramientas: las palancas, las espuertas, las arperchas (hoy día las conocemos como las costillas, trampas para atrapar pájaros, como los zorzales, y venderlos).
                                             Una casa de vecinos de Sevilla de la época
La siguiente anécdota nos recuerda el grado de responsabilidad que aceptaban los más pequeños en muchos aspectos: las niñas se quedaban con los pequeños mientras sus padres trabajaban, pero hablamos de niñas de 7 años. En una ocasión, María, hermana de Gracia, se quedó con su hermano, José, de 8 meses, solos en casa. Mientras ella barría la escalera del soberao, el pequeño dormía junto a la copa. De pronto, la chiquilla escuchó llorar al bebé, y al correr junto a él, se encontró con que se había caído en la copa, y tenía cisco pegado en la cara. Hoy día tenemos muchas opciones para que seamos atendidos medicamente, pero en esta época sobrevivir podía depender de la ayuda de tus vecinos: en la Casa Grande, todos acudieron en ayuda de los hijos de La Herrería, como ella hacía con los demás.
Carmela, como decimos, fue una mujer que ayudó tanto a gente rica como a gente pobre, y vio toda esta dedicación a los demás recompensada cuando, cierto día, de pronto, perdió la vista.
La voz se corrió rápidamente por Carmona: La Herrería estaba ciega. La sorpresa fue que, estando convaleciente en la cama, comenzó a escuchar jaleo y gente subiendo por las escaleras del soberao: habían acudido a visitarla varios señoritos de las buenas familias, que bien la conocían. Estaban allí Don Pedro Valverde, Mira de Olmo, Losada… Entre todos ellos, acudieron a la botica y le llevaron las medicinas que poco a poco le devolvieron la vista. En esos momentos, en que las diferencias entre las clases sociales eran tan pronunciadas, que alguien adinerado ayudase así a una persona humilde era algo inusual, aunque bien es cierto que muchos ayudaban dando comida y ropa, presentarse en el soberao y pagarle un médico a Carmela era señal de un gran aprecio personal.

                                                 La famosa Farmacia Central Nº1 del Duque: mucho más humildes era las "boticas"
De hecho, esta demostración de aprecio no quedó ahí: el niño que la hermana de Carmela, Gracia, cuidaba de pequeño, al que llamaba cariñosamente Periquito, se convirtió en alcalde de Carmona: Don Pedro Valverde. Éste, les tenía mucho cariño a ambas hermanas, y cuando Carmela fue incapaz de seguir trabajando, y quiso cobrar lo que aún no era la jubilación como la conocemos, le dieron negativa. Si recordáis el principio de esta historia, Carmela podía haberse llamado Mercedes: efectivamente, en la iglesia constaba como Carmen, y en el registro, como Mercedes. “Periquito” Valverde, como ella lo llamaba, consiguió solucionar el problema, y que La Herrería pudiera descansar al fin de tanto trabajo.
Gracia, su hija, nos dice también un nombre de un carmonense que ayudó en esta situación a muchísimos trabajadores: Don Salomón. Un terrateniente muy rico que se adelantó a su tiempo, donde no existía la palabra “cotizar”. Este hombre apuntó escrupulosamente cada día y hora que los trabajadores del campo echaban, para así luego conseguir demostrar que habían trabajado lo suficiente para cobrar. No todos los terratenientes se preocupaban por esto personalmente, dejándolo en manos de sus subalternos, que se preocupaban menos.   
Así transcurrió la vida de Carmela La Herrería, pues sus hijos e hijas se hicieron mayores, y para finales de los años 60, cuando Lucena falleció por su enfermedad respiratoria, todos habían labrado ya su vida y su destino.
Recuerda Gracia, que estando su padre en el hospital, con el oxígeno puesto, su madre se negó a descansar, permaneciendo junto a él día y noche durante dos meses. Tal vez fuera esta circunstancia, pero a partir de aquí Carmela empezó a “malear”. Un día, con toda tranquilidad, le dijo a su marido “Lucena, ¿qué hace ese niño ahí colgado?”. Estaba mirando la botella de oxígeno. Lucena, sin pensarlo, le ordenó que se fuera a casa a descansar inmediatamente.
Entre todos sus hijos e hijas cuidaron de la madre que tanto había cuidado de ellos, pues debido al alzheimer que se la llevó, que antes se conocía como “quedar desmemoriá”, La Herrería se escapaba de casa y no conseguía recordar el camino de vuelta.
A pesar de que ella no lo recordaba en sus últimos días, su familia, su barrio y Carmona sí se acuerda de todo el bien que hizo Carmela La Herrería.






19 de octubre de 2012

19 de octubre: Día Mundial del cáncer de mama


 En España, este es el tipo de cáncer más sufrido entre las mujeres. Según las estadísticas, una de cada ocho mujeres españolas lo sufrirá. Pero las estadísticas también tienen datos muy positivos: nuestro país es uno de los que tienen el índice más alto de supervivencia a este tumor, situándose de los primeros en Europa.

Esto se debe a la labor de concienciación que tantas asociaciones han realizado, además de la esfera educativa y médica, en lo que al diagnóstico precoz se refiere. Este también es el día de todos ellos. 

Desde Unidad por Carmona queremos dedicar un saludo y abrazo virtual a todas esas mujeres que han sufrido o sufren cáncer de mama, apoyarlas y agradecerles su fortaleza, porque gracias a ellas, a su esfuerzo por superar esta enfermedad, hoy las jóvenes tenemos un referente, sabemos que si en un futuro lo sufriéramos, podríamos luchar, y ganar, al cáncer de mama.


También queremos mandar un fuerte abrazo a los hombres que lo sufren. En datos totales, por cada 100 casos de cáncer de mama en mujeres, se da 1 en hombres. En el caso de ellos, la problemática que se suma a la enfermedad es la etiqueta mental que tenemos de que esta enfermedad sólo se da en mujeres. Por eso, para que la igualdad sea una realidad, hemos de concienciarnos de que prácticamente nada es exclusivo de hombres o mujeres. Este también es el día de todos ellos.


Aprovechamos para aportar nuestro granito de arena, y seguir insistiendo sobre la importancia de la realización periódica de la mamografía, especialmente a partir de los 45-50 años. Con la reciente polémica que existe en cuanto a la posibilidad de que esta prueba dejase de ser gratuita en la Sanidad Pública, algo que haría que retrocediéramos en todo el avance conseguido con respecto al cáncer de mama, decir que sabremos que ocurre finalmente cuando el Gobierno haga públicas las conclusiones de las cinco comisiones de expertos "independientes" que desde el pasado mes de febrero analizan cómo homogeneizar los servicios que se prestan en  las Comunidades Autónomas y cuáles de ellos se eliminarán de la Sanidad Pública.

17 de octubre de 2012

Familias de Carmona: Isabel "La Borrega"

Entrevistamos a Mercedes Rodríguez Pérez, hija de Isabel Pérez, "La Borrega".
 

Isabel "La Borrega"

Isabel "La Borrega" se crió hasta su madurez en la Viña del Bailío. Su padre era encargado allí, y de cinco hijos que tenían, ella era la única mujer. Como la situación de la familia era aceptable en la Viña, Isabel no tuvo que trabajar en esta época.

Su hija Mercedes nos cuenta, que la vida de su madre dio un giro inesperado el día que apareció un esparraguero en la viña para dejarle espárragos a su padre: Rafael "Mamasopa". 

Fue amor a primera vista, pero el padre de Isabel se opuso al principio, ya que esperaba encontrarle un prometido que estuviera en mejor situación. 



Tanto hoy como ayer, cuando el amor aparece, todo lo demás no importa, así que, finalmente, los padres de Isabel dieron su consentimiento al noviazgo de su hija con el trabajador esparraguero. Se casaron, y pronto tuvieron su primera hija. Más tarde, llegaría Mercedes, la pequeña y última de sus descendientes.

La vida de Isabel La Borrega cambió: de estar protegida por su familia y la situación de su padre, pasó a formar un equipo con su esposo, al que tenía que ayudar en las labores.

La primera vez que recogió espárragos, y se dirigió a venderlos, pasó muchísimo apuro. De camino a la Plaza de Abastos, se encontró con la que era su suegra, Rosalía. Quiso ayudar a su nuera, y le dijo que no se preocupara, que ella le vendería los espárragos.

La Plaza de Abastos en la época de Isabel

Isabel se echó las manos a la cabeza cuando apareció su suegra, que en lugar de las pesetas que tanto necesitaba el matrimonio, le trajo ¡una vajilla de platos! Rosalía lo hizo con toda su buena intención, ya que la pareja no tenía nada, pero Isabel, a partir de ahí, decidió que vendería ella misma los espárragos.

Las mujeres de esta época hacían grandes esfuerzos en su día a día: no existía ni baja maternal, ni guarderías donde dejar a sus hijos cuando iban a trabajar. Recién paridas, tenían que llevarse a sus bebés al campo; por ejemplo, en la campaña de la aceituna, las madres "colgaban" literalmente a sus recién nacidos en un olivo, y los mecían para que se quedaran dormidos, mientras trabajaban. 

Trabajadoras verdeando en Ubrique en los años 40-50

Rafael "Mamasopa" iba en bicicleta a por espárragos, tacarninas, caracoles... Al volver a casa, sus hijas contaban los espárragos mientras él los hacía manojos. Las familias colaboraban entre ellas, se ayudaban unos a otros, un valor que quizás deberíamos recordar más en la actualidad.

Isabel y su familia vivieron toda su vida en la casa grande al lado de la Puerta Córdoba, en el número 41, una casa donde convivían 18 vecinos. Aquí se grabó parte de la película Carmen, en la que actuaba Plácido Domingo en 1984. Isabel "La Borrega" participó en este rodaje como extra, por ejemplo, apareciendo como trabajadora de la tabacalera.

Fotograma de la película "Carmen" de Bizet, donde apareció Isabel como extra

Más tarde, Rafael encontró trabajo como palmero: era un trabajo difícil e incluso peligroso, pues se trataba la hoja de palma con unos artilugios hasta que se sacaba una madeja de crin vegetal, que servía de relleno de colchones antes de que se usara la espuma.

Tanto Rafael como Isabel trabajaron en muchas cosas diferentes: recogiendo melocotones, algodón, aceitunas, espárragos, llevando leña a una casa bien, la de la "señorita María", de meloneros...

Rafael "Mamasopa", desgraciadamente, falleció con 51 años; la hija mayor de Isabel se casó y marchó a Lora del Río, y su hija menor, Mercedes, se quedó con ella.

Isabel "La Borrega" falleció con 85 años, tras sufrir varios años la enfermedad de la meningitis, pero siempre le quedará a su familia el recuerdo de aquella mujer fuerte, que se hizo a sí misma y trabajó junto a su marido donde quiera que fuese.