Entrevistamos a Manuel Salgado Pulido, hijo de Rosario Pulido, "La Veneno".
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Rosario "La Veneno" |
Corría el año 1936 cuando la Guerra Civil española estalló. Rosario Pulido, conocida en su barrio de Santiago y en Carmona como Rosario "La Veneno", había dado a luz a cuatro hijos cuando la paz aún reinaba. A esta increíble mujer le esperaba una gran prueba de superación: su marido, José Salgado, pasaría tres años luchando en la guerra y tres más en prisión, dejando a Rosario, inevitablemente, a cargo de todo.
Sacar cuatro hijos adelante, en una etapa tan peligrosa como la guerra civil, y sin la protección social de la que hoy gozamos, fue una tarea muy difícil: pero no estamos describiendo a cualquier tipo de mujer. Las mujeres de esta época, como Rosario, eran infatigables trabajadoras, luchaban por la supervivencia de sus hijos tal y como sus maridos luchaban por la libertad en la guerra.
Rosario La Veneno caminaba hasta Alcalá de Guadaíra sólo para ir a por un saco de "papas", nos cuenta su hijo. Robaba si era necesario, no para ella, sino para alimentar a sus pequeños. Encontró trabajo como sirvienta en una casa bien de Carmona, y así pudo subsistir hasta que José volvió de la guerra.
En este momento, el matrimonio tuvo cinco hijos más; desgraciadamente, Rosario, de cuatro añitos, que heredó el nombre de su madre, falleció.
Es en esta época cuando Rosario La Veneno comienza a trabajar como manijera en el Cortijo Rosalino, donde trabajaría hasta los 60 años de edad, cuando sus hijos tuvieron que convencerla para que, por fin, descansara.
Hoy en día es impensable para nosotros, pero Rosario recibía a chicos de menos de 12 años en el Cortijo, y les encomendaba las tareas del campo para que empezaran a trabajar. A los más pequeños, se los enviaba a guardar las vacas primero, y a segar garbanzo o escardar trigo después.
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Grupo de algodoneros, que ilustra la juventud con la que se empezaba a trabajar en el campo |
Hemos hablado con algunos de aquellos niños, hoy mayores, pero con la misma mirada de ilusión al recordar a Rosario: mientras los encargados y otros manijeros reñían fuertemente a los chicos, e incluso los echaban por no hacer bien las tareas del campo, Rosario se ocupaba, por detrás de ellos, de enseñarles, de ayudarles para que siguieran trabajando: ganaban de 10 a 15 pesetas al día, de sol a sol.
Su hijo Manuel nos cuenta que, teniendo dos añitos, corría tras Rosario llorando para que le diera el pecho, mientras ella iba segando el trigo. Esto nos hace comprender la fuerza de estas mujeres: Rosario paraba, se sentaba en una gavilla de trigo (manojo de trigo amontonado) le daba el pecho a su pequeño, y, mientras él dormía plácidamente, ella volvía a su duro trabajo.
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Mujeres de los años 50 recogiendo las "gavillas de trigo" |
El invierno era muy duro durante esta época, pero eso no amilanaba a nuestra protagonista y su familia: aprovechaban esta estación para recoger tacarninas y espárragos, ya que crecían mucho debido a la lluvía y constituían un extra para la casa.
Tras el invierno, al final de la primavera, llegaba la época de recogida de caracoles. Rosario La Veneno, incansable, iba hasta Sevilla con su amiga Rafaela a venderlos. Una anécdota que ella recordaba entre risas es que, caminando por la capital, se topó con un escaparate donde había un maniquí: en Carmona, aún no había ninguno, era la primera vez que Rosario veía uno, así que, ni corta ni perezosa, quiso venderle caracoles a la extraña señora que miraba desde el cristal.
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De los primeros maniquís en Andalucía: años 40 |
Regresó a Carmona relatando a su amiga lo antipática que había sido aquella mujer, que ¡ni le había dirigido la palabra!
Así vivió Rosario La Veneno, entre guerra y trabajo duro, con sus hijos y su marido, José, que, para escuchar La Pirenaica, (Radio Independiente de España) tenía que sujetar un cable en alto para cojer la señal, detalle que hoy nos parece increíble.
Rosario falleció con 86 años, junto a sus hijos y nietos. Dos años antes, por la edad, había perdido la memoria, pero hoy, veinte años después de su muerte, demostramos que la memoria colectiva la seguirá recordando, como se merece una carmonense de esta talla.
Me ha encantado. Yo la conocí porque era del mismo barrio que ella de Santiago, y además soy amiga de una de sus nietas. Me ha recordado mucho a mi abuela Rita, que creo que fue su amiga, porque también fue una mujer luchadora y trabajadora de las que compartían con lis demás lo poco que tenían.
ResponderEliminarHOLA queria felicitaros por el articulo, soy uno de sus nietos, pepito.Mientras lo leia no he podido evitar las lagrimas mi abuela era un crak como todas la de su epoca, GRACIAS
ResponderEliminarYo soy unos de sus bisnietos y mi abuela una de sus hijas y este articulo me recuerda a las historias que me ha contado mi abuela que en paz descanse.
ResponderEliminarMuchísimas gracias a tod@s por vuestra felicitaciones. Ya estamos preparando las próximas entrevistas para seguir publicando estas historias tan bonitas y tan reales.
ResponderEliminarPara nosotros es un gusto más que un trabajo hacer estos artículos sobre personas de esta talla, que tanto trabajaron, y que representan una parte importantísima de Carmona.
Gracias de nuevo